ChibiCats World
Recurdos de un Fantasma
Estoy en mi mansión, sentado en mi sillón rojo, junto a la chimenea,viendo caer la nieve sobre el alféizar de la ventana, mientras las horas pasanen el reloj.
Estoy bastante nervioso, pues hoy es el dÃa en que cumplo doscientosdiecinueve años desde que me convertà en lo que soy.
No puedo evitar pensar cómo sucedió todo:
Ocurrió un martes de 1794. Era un dÃa soleado, una mañana perfectapara jugar al criquet, mi deporte favorito por aquel entonces.
Me encontraba en Londres, me encantaba ir allÃ, por lo que casi siempre,en mis muchos viajes, elegÃa ese destino.
Además, estaba en esa época de la juventud en la que te das cuenta deque existe el amor.
Mi amada Rosalinda, cuánto te echo de menos, hace tanto tiempo que tedejé atrás... siempre pienso en tus rizos dorados, como los rayos del sol; tuslabios rojos, como la sangre; y tu piel delicada, como la seda; no puedo evitarpensar en qué habrÃa pasado si hubiésemos pasado toda nuestra vida juntos,cada uno al lado del otro.
¿HabrÃamos sido felices? ¿HabrÃamos tenido hijos? ¿HabrÃas podidoamarme tras contarte mi secreto?
Este último interrogante es al que más veces le doy vueltas en micabeza... mi secreto...
¿Por qué maté a esas personas? ¿Por venganza? ¿Por rencor? ¿Por odio?
Es ahora cuando me doy cuenta de que lo hice por amor, por ti, miamada Rose. Para protegerte. No podÃa dejar que te marcharas. No, no podÃa.
Mas no sé si ese martes, al borde del acantilado, salté por amor o por esesentimiento de culpabilidad que me carcomÃa por dentro.
Ese dÃa en que te abandoné a ti y todo lo que conocÃa. Salté, pero al finaldel abismo no habÃa nada.No recuerdo bien lo que pasó, ni tampoco el tiempo que estuve allÃ. Solosé que de pronto desperté y me di cuenta de que habÃa algo raro, yo ya no erayo, era un monstruo. Un ser que tendrÃa que llevar siempre ese sentimiento deculpabilidad, por haber matado a esas personas, por haber dejado a la mujerque amaba.
Recuerdo los primeros dÃa que pasé siendo un fantasma, esas crisisemocional, esa culpabilidad y ese odio hacia mÃ, que poco a poco seconvirtieron en sufrimiento y dolor.
Y ahora estoy aquÃ, sentado, en esta habitación frÃa y solitaria, esperandoal fin de mi tortura, esperando poder volver a estar con mi amada Rose.